Bienvenidos a este espacio editorial llamado Volcán de Occidente, a través del cual, cada semana, expresaré mi opinión acerca de los temas más importantes de la agenda nacional, poniendo especial énfasis en lo que se gesta y repercute en la region Occidente del país. En esta primera ocasión, escribo del lugar en que habito.
Mi nombre es Arnoldo Delgadillo Grajeda, soy periodista de profesión y vocación, y actualmente estudio el Doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de Colima. Vivo en uno de los estados más pequeños del país, vigilado por un coloso de fuego que mira hacia Manzanillo, un importante puerto para América Latina.
De Colima, hasta hace unos años, lo que se conocía era la fuerza de su volcán, sus costas -constantemente azotadas por la fuerza de la naturaleza-, y su seguridad: los colimenses presumían de dormir por las noches y dejar las puertas de sus casas abiertas de par en par. Sin embargo, ahora la realidad es bastante distinta.
Los asesinatos y demás delitos de alto impacto han aumentado hasta convertir la entidad en la costa mexicana de los homicidios, título nada honroso otorgado por medios internacionales. Hay dos teorías de lo que ha ocasionado el aumento de la violencia: el enfrentamiento entre dos grandes cárteles del narcotráfico, o la lucha de muchas células delictivas por el mercado del narcomenudeo.
El reto al escribir esta columna, que amablemente me han invitado a compartir en el periódico digital El Cabaret, es hacerlo en no más de cinco párrafos, consciente de que la forma de consumir productos periodísticos ha evolucionado a la par que los hábitos de lectura y consumo digital.
@rolandonotas
