Tasa de interés, inflación y crecimiento

La tasa de interés es un instrumento de política económica que limita el consumo y definitivamente encarece el crédito privado y público. Atenta directamente contra el crecimiento económico. Está siendo utilizada como parte de una política económica restrictiva (positivo para frenar inflación), pero poco alentadora para las expectativas de los ciudadanos y la inversión, sobre todo en obra pública.

En diciembre del 2015, la tasa de interés de referencia del Banco de México estaba en 3%. Diecisiete meses después, ha alcanzado un nivel de 6.75%. Para llegar a ese punto, se han producido nueve alzas de tasas. ¿Qué está pasando? ¿Es correcto? ¿Es positivo?

A fines del 2015 la inflación se encontraba en su menor nivel en cinco décadas, 2.13 por ciento. A fines de abril, llegó a 5.82%, es la más alta desde principios del 2009. Ahora, nos encontramos en un momento de fuerte presión inflacionaria.

El Banco de México ha subido las tasas de interés para meter un freno a la subida de precios. Hasta ahora, no ha obtenido una victoria decisiva en el “ataque” a la inflación. Esto se debe a muchos factores, entre ellos, como lo hemos destacado anteriormente por los efectos del gasolinazo que entró en vigor en enero.

La inflación no está fuera de control, pero está lejos de la zona de confort a la que nos habíamos acostumbrado entre el 2010 y el 2015. En ese periodo, el alza de precios se había mantenido en un rango de 2.15 a 4.5%. Lo observado en el 2017 se sale de ese marco: la encuesta de especialistas que hace el propio Banco de México indica un pronóstico de 5.70% para el final del año.

La inflación ha vuelto a ser un tema de conversación en los hogares y en las empresas. Estamos viviendo algo que los economistas llaman “expectativas” inflacionarias. La gente y las empresas esperan más inflación y actúan en consecuencia: suben precios, cuando tienen la capacidad de hacerlo o apresuran las compras para “ahorrarse” los incrementos que habrá en el futuro.

Las nueve alzas de tasas de interés que ha decretado el Banxico desde diciembre del 2015 no han servido para “liquidar” estas expectativas inflacionarias, pero tendrán un impacto en el crecimiento de la economía. En condiciones normales, un incremento en las tasas de interés produce un encarecimiento del crédito, para las personas físicas y las empresas. El mayor costo del financiamiento frena las compras y las inversiones, cuando menos parcialmente.

Recientemente, en una entrevista para el National Bureau of Económic Research (NBER), Olivier Blanchard opina que se le ha pasado la mano al banco de México. El execonomista en jefe del Fondo Monetario Internacional considera que la inflación no es un problema tan delicado como el bajo crecimiento. Blanchard es heterodoxo, pero goza de enorme reputación. Su argumentación implica una advertencia: las decisiones del banco central tienen efectos que se sienten en un periodo de hasta 18 meses. En otras palabras, el alza en la tasa de interés no se refleja de inmediato en el mercado, sino que se hará sentir a lo largo de los próximos meses. Y eso, estimados amigos será un nuevo freno al crecimiento de por sí muy menguado.

Bajar la inflación es una tarea urgente para anclar las expectativas inflacionarias. Además de política monetaria, requerirá decisiones de moderación en los precios y tarifas públicos. Si vuelve a haber otro gasolinazo, será inútil apretar más con otra alza de tasas. Una política monetaria restrictiva implica pagar un costo: crecer menos. Estar atrapados en un techo de crecimiento más pegado a 1.7 que a 2.0%. Esto es muy poco para un país que requiere tasas mínimas de 4% para superar sus rezagos. En lo personal, no me queda claro si se le pasó la mano al Banxico, sólo sé que la inflación está galopando y la economía está frenada.

@leon_alvarez

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