Solidaridad y Sociedad Civil

Para iniciar hoy con este texto, dado que es atípico, como lo ha sido el sismo de 7.1 grados treinta y dos años después, va un profundo y sentido abrazo de gratitud a todos los capitalinos –y voluntarios de otras partes del país- que están mostrando la cara más generosa, amable, empática, fuerte y solidaria hacia las personas y familias afectadas y que se han quedado sin seres queridos y/o sin patrimonio. Este México es el que resuena en el pecho y en la conciencia de todos cada vez que pensamos en eso, en lo que “debe ser” México.

En el mismo sentido, va mi reconocimiento a todos los paisanos duranguenses que se la rifan diariamente en la Ciudad de México (CdMx), porque tienen que salir del terruño a ganarse el pan de cada día. Para ellos todo mi respeto.

Para quienes padecimos –incluso vivimos también- el sismo de 1985 (19S-85) nos devienen diversos sentimientos cuando no de impotencia, por lo menos sí de civismo y ganas de revancha. Y para ello, los recuerdos del sismo de mitad de los ochentas se pintan solos.

Esta ciudad diversa, pujante, multicultural, sobrepoblada y neurótica que es hoy la CdMx no se explicaría sin aquel sismo y lo que se produjo en términos de lo que Monsivais denominó como: “Sociedad Civil”. La apertura política, la caída del PRI, la irrupción de la izquierda y la desobediencia hacia el control y el poder de la clase política tradicional no se explicarían hoy sin el activismo de miles de personas que reaccionaron ante la pasividad del gobierno y las autoridades de aquella época.

Aquella sociedad civil volvió a resurgir con fuerza tras este nuevo 19 de septiembre y rebasó, otra vez, sin proponérselo, a las autoridades. Lo mismo pasó hace 32 años. En 1985 el régimen político comenzó su agonía, que tuvo un tiro mortal en 1997, al llegar la izquierda al gobierno en la capital, y el de gracia en 2000, con la alternancia en la Presidencia. Aquél septiembre no es equiparable, sin embargo, a este septiembre. En 1985 fue la metamorfosis política; en 2017, hoy mismo, lo que está en juego es el proyecto de nación.

Sin embargo, cuidado con nuestras autoridades. Precisamente venimos acumulando una serie de eventos desafortunados que ponen a la clase política que hoy nos gobierna entre la espada y la pared. El gobierno federal y la partidocracia se están jugando todo entre “este” México que estaba dormido y “ese” otro México bronco que también ya dio muestras de estar ahí, latente, no solo para cobrárselo en las urnas. La clase política no está entendiendo el mensaje.

Si el presidente, el grupo Atlacomulco y el PRI, principalmente, creyeron que este evento junto a los desastres naturales que se han venido apareciendo a lo largo del país eran sus tablillas de salvación, me parece que deben pensárselo dos o tres veces. Si estaban esperando un evento que disipara la corrupción, se equivocan. No se olvidan: #Ayotzinapa, #Tlatlaya, #GuerracontraelNarco, #Corrupción, #Desigualdad, #Pobreza, #Pemex, #Odebrecht, #EstafaMaestra, #EdoMex, #Coahuila… más lo que se acumule.

El síndrome de esa doble personalidad del mexicano se ha puesto al descubierto. Es como una herida que está sangrando y está expuesta. Por un lado, somos ciudadanos poco interesados en la cuestión pública, desconfiados de los políticos pero también de nuestros pares, apáticos la mayor parte del tiempo. Por el otro, mostramos generosidad y solidaridad desbordantes cuando las circunstancias apremian. Sería fantástico que nosotros encontráramos los mecanismos para que nuestra faceta ejemplar como ciudadanos prevaleciera. Seríamos un país muy diferente, de eso no tengo duda. Pero el gobierno y la partidocracia se equivocaría si le apuesta a la apatía del mexicano.

@leon_alvarez

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