Legisladores federales “olvidaron”, por 11 años, reportar al SAT más de 2,591 mdp por ISR
“Imponen sobre la gente cargas pesadas y difíciles de llevar, pero ellos no mueven ni un dedo para levantarlas”. Fue este uno de los tantos reproches que, hace dos mil años, el Hijo del Carpintero echó en cara a los fariseos, esos hipócritas que exigían al pueblo la observancia de más de 600 leyes y preceptos que muchas veces ellos, los puros, no cumplían.
Hoy la historia se repite. Los nuevos elegidos, los de la clase aparte, vuelven a echar sobre las espaldas del pueblo pesados fardos que ellos mismos se niegan a llevar. Y no se trata solo del muy próximo aumento en los precios de las gasolinas, sino de esas malas mañas que se han hecho costumbre.
De acuerdo con información proporcionada por asesores fiscales del Senado y de la Cámara de Diputados, los legisladores federales “olvidaron”, por 11 años, reportar al Servicio de Administración Tributaria dos mil 591 millones 56 mil pesos por Impuesto Sobre la Renta.
El SAT anunció que en 2017 el 54.7 por ciento de los ingresos del país vendrá de tres impuestos que se cobran al ciudadano: el 29.3 por ciento por ISR, el 16.4 por Impuesto al Valor Agregado y el 5.9 vía el Impuesto Especial a Productos y Servicios. La pregunta es:
¿Seguirán ellos y ellas, los que dicen que representan al pueblo, evadiendo sus obligaciones?
Por ley, el Senado y la Cámara Baja deben pagar el impuesto que corresponde cuando se les entregan las partidas para las fracciones parlamentarias; en teoría esto se cumple. Sin embargo, el uso posterior que los legisladores hacen del dinero queda en la opacidad, aunque la misma teoría determina que los recursos se destinan a pagos por asesoría y personal contratado en apoyo a la función legislativa, no hay manera de comprobar que así se haya hecho.
Sin embargo, las dudas crecen cuando se sabe que diputados y senadores de todos los partidos no solo omitieron el pago de dos mil 591 mdp al SAT por concepto de ISR, sino que los 11 mil 422 millones 898 mil 299 pesos que recibieron en 11 años para realizar esos pagos quedaron en la opacidad, es decir, no comprobaron el uso que dieron a tales recursos. En un río revuelto de tal magnitud, cualquier cosa puede pasar.
Hay datos que llaman la atención. En el caso de los senadores, cada uno recibe 100 mil pesos mensuales destinados al pago de sus colaboradores; por lo que toca a los presidentes de las comisiones legislativas, reciben 200 mil mensuales para el mismo fin. Pero, por 11 años, los responsables del uso de ese dinero, que es público, vivieron en la omisión, sin dar cuenta del uso que se dio a esas partidas.
En cuanto a los diputados, el manual sobre las remuneraciones de Diputados Federales, Servidores Públicos de Mando y Homólogos de la Cámara de Diputados para el ejercicio fiscal 2015 especifica el monto de la dieta y prestaciones de los legisladores; sin embargo, tiene una omisión: no especifica ningún tipo de retención de impuestos al dinero que reciben. La pregunta es obvia: ¿pagan algún tipo de impuesto como sí lo hace cualquier ciudadano por el simple hecho de trabajar?
De acuerdo con la norma vigente a partir de 2016 en el Congreso de la Unión, los legisladores tendrán la obligación de reportar al SAT el ISR, pero ¿ahora sí lo harán?, ¿qué pasa con lo anterior?, ¿qué con los más de 11 mil mdp que quedaron, al parecer, en el olvido? ¿Borrón y cuente nueva?
El 2017 se avizora no como un año de incertidumbre, cuando la única certeza es la duda acerca de lo que va a pasar. En el caso de México y los mexicanos, el 2017 se presenta como un año de certidumbre: la certidumbre de que será muy difícil, de que el incremento en los precios de las gasolinas ahondará la crisis de la mayoría, de que la inflación romperá el pronóstico del Banco de México (3.41% a finales de 2017), de que los impuestos locales recargados que impondrán los gobernantes a los ciudadanos (como en el caso de Durango) les complicarán harto la vida, de que la pobreza seguirá creciendo… de que, ahora más que nunca, el grito de “sálvese el que pueda” tendrá toda la razón de ser.
“Imponen sobre la gente cargas pesadas y difíciles de llevar, pero ellos no mueven ni un dedo para levantarlas”. Nunca como ahora la sentencia cobra una especial y fatídica vigencia.
“¿Con qué discurso pedirán el voto los próximos candidatos priistas (y todos los demás)? ¿Cómo podrán convencer a una comunidad agraviada y harta de tanta pobreza, desempleo, violencia, secuestros, corrupción?”. (Minieditorial aparecido hoy en las redes sociales).
@juanlosimental