Redirigir las protestas

Peña Nieto y la gaviota

México entero es una llama ardiente de manifestaciones y protestas, y la gasolina -o sus precios, dejando el sentido literario de lado- es el combustible que la mantiene encendida. A pesar de que la cobertura mediática, al menos en las vías tradicionales, es cada vez menor, parece que el movimiento contra el ‘gasolinazo’ se consolida en toda la geografía nacional.

Con el riesgo que representa ir contra el establishment, debo decir que considero que la liberalización del precio de los combustibles en nuestro país no tiene vuelta atrás, y de hecho, debo aceptar que soy optimista respecto a los beneficios que la libre competencia traerá a los consumidores de gasolina en el corto plazo.

Esto no quiere decir que no se me erice la piel al ver los movimientos sociales que se gestan, desde las grandes ciudades hasta los más pequeños pueblos mexicanos, al ver la organización ciudadana y la conciencia que parece emerger en una gran parte de la población, que antes parecía inamovible, indiferente ante los problemas que nos afectan a todos.

Sin embargo, creo que los protestas deben ser redirigidas: el problema no es el aumento (momentáneo) en el precio de las gasolinas, creo que yo que el punto de discusión es que el pueblo no tiene las herramientas para hacerle frente: tenemos un gobierno rico, lleno de privilegios, y que realmente no nos representa.

¿Entonces, qué deberíamos exigir? Disminuir los privilegios y altos salarios de la clase gobernante; garantizar planes de austeridad auténticos para los gobiernos; promover la inversión nacional en equipo y tecnología en materia de hidrocarburos; y voltear la mirada, por fin, a las muchas posibilidades que las energías verdes nos ofrecen. Entonces la llama de indignación, será también de esperanza y de cambio.

@rolandonotas