¡¿Primero Estados Unidos?!

Este texto fue edulcorado por tres circunstancias interesantes: 1) la cancelación de la reunión bilateral –tan anunciada- de Peña Nieto con Donald Trump; 2) la degradación de Jared Kushner, nuero de Donald Trump, respecto de los principales asuntos de Estado de los norteamericanos por considerarlo “no apto” o “influenciable”; y 3) el nuevo bombazo de Trump para zarandear el comercio internacional; en concreto, los aranceles al acero que buscan una guerra comercial en éste y otros sectores industriales que son subsidiarios o copartícipes de infinitas ramas industriales.

De qué va el nuevo “trumpazo”. Habrá aranceles de 25% a las importaciones de acero y 10% a las de aluminio. La medida sembró el pánico porque puede significar el principio de una guerra comercial que involucraría a varios países. Europa completa, Canadá, China, Corea del Sur, Brasil y México son los principales exportadores. Podrían resultar muy perjudicados por la medida y disparar proyectiles comerciales contra Estados Unidos, como represalia.

Digo podrían porque los detalles de los aranceles se darán a conocer a lo largo de esta semana. Entonces sabremos qué fracciones arancelarias están incluidas en las sanciones y qué países integran la lista definitiva de los sancionados. Para México, están en juego exportaciones anuales por un valor superior a 6,000 millones de dólares (mdd) y mucho más: el anuncio de los aranceles al acero y al aluminio podría ser el principio del final del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TCAN). Y no es exagerar, porque las medidas golpean de manera colateral a los dos socios de Estados Unidos en la región del TLCAN: Canadá es el país que está más expuesto a estas medidas proteccionistas, es el mayor proveedor de acero y aluminio para Estados Unidos; en tanto que, México, es uno de los principales usuarios intermedios de acero en diversas cadenas productivas.

La administración Trump llevaba varios meses evaluando la posibilidad de aplicar aranceles al acero. ¿Por qué hacerlo ahora? Bueno, si nos atenemos a la historia, no es la primera ocasión que propicia una guerra comercial protegiendo sus industrias emblemáticas. Los norteamericanos no serían la potencia industrial que conocemos hoy si no averiguamos el devenir de sus cuatro grandes “industrias” que lo potenciaron como país: ferrocarril (Cornelius Vanderbilt); acero (Andrew Carnegie), petróleo (John D. Rockefeller) y bancos (J.P. Morgan). Donald Trump, hoy, se asume como uno de esos pioneros del poder económico norteamericano.

En lo que concierne a México, elegir la semana en la que se celebra la séptima ronda del TLCAN tiene valor simbólico y operativo. Equivale a boicotear una ronda que todos reconocían como clave en la ruta del TLC 2.0. ¿Cómo continuar la agenda prevista para la Ciudad de México, luego del anuncio “bomba”? Las repercusiones trascienden la séptima ronda y marcarán la octava, que se celebrará en Washington en abril. Disminuye drásticamente la posibilidad de conseguir un acuerdo en las próximas semanas.

La industria automotriz es uno de los grandes perdedores con las sanciones a las importaciones. Sufriría un alza significativa en sus costos y perdería competitividad, con efectos secundarios que se dejarían sentir en México. Los aranceles son tan dañinos para la industria automotriz de Estados Unidos que no le será difícil argumentar. Genera 15 veces más empleo que la industria del acero. Son casi 1 millón, frente a 60,000.

La estimación de los daños que causarán las medidas anunciadas por Trump no son juegos de la imaginación. En el 2002, George Bush implementó medidas muy parecidas, argumentando el daño que causaban las importaciones baratas a la industria acerera estadounidense. Los aranceles estuvieron en vigor durante 18 meses. Al final de ese periodo, se habían perdido 200,000 empleos. La mayoría de ellos, en la industria automotriz.

¿Estamos en el principio de una guerra comercial? Dependerá de los detalles de las medidas que anunciará Estados Unidos, pero también de cómo responderán los afectados. Europa y China no quieren llegar a medidas extremas, pero tampoco podrían quedarse quietos ante una medida unilateral.

Una cosa que preocupa es la debilidad de los organismos multilaterales, en especial la Organización Mundial del Comercio (OMC). Ésta no tiene el poder para detener las hostilidades. Las esperanzas para evitar una guerra comercial están puestas en la entrada en acción de actores estadounidenses.

La medida representa un nuevo paso del proteccionismo estadounidense y abre las puertas a una eventual guerra comercial, especialmente con China, Canadá y la Unión Europa. Si bien México no es uno de sus principales objetivos, sí afectaría de manera exponencial el sector automotriz y de la construcción, por ejemplo.

El punto nodal de nuestra situación se complica, además, porque se nos ha vendido desde la secretaría de Relaciones Exteriores que la relación de México con Estados Unidos “va de lo mejor”. ¿Cómo continuar la agenda prevista para la Ciudad de México, luego del nuevo “trumpazo”? ¿Será el fin del TLCAN?

@leon_alvarez