En medio de una crisis de relaciones internacionales que apenas inicia entre México y Estados Unidos, queda claro que en el gobierno mexicano no entienden que Donald Trump es inconsistente y transitará por “negociar” o “presionar” a nuestro país por formas poco institucionales. No es con política, es con posturas firmes y argumentos. Una vez más, se va por la borda la falsa expectativa de Luis Videgaray de contar con un contacto ideal personificado en el yerno de Donald Trump.
Al parecer, Trump ya les tomó la medida. Cuando el magnate empezó a usar a México como piñata electoral, la respuesta de este lado fue: “vamos a analizarlo”. Cuando dijo que levantaría un muro, le respondieron: “creemos en puentes, no en muros”. Cuando ya Presidente electo volvió a insistir en el muro, la postura fue: “dialoguemos”. Y ya que Trump firmó la orden para construir el muro, de Los Pinos salió un tímido: “estamos viendo si cancelamos la reunión”.
Todavía más. El Presidente Peña tuvo oportunidad de plantarse en firme la noche del miércoles anunciando que no iría a Washington… y no lo hizo. Haya sido porque hubo acuerdo o hubo titubeo, el señor @Potus no iba a perder la iniciativa: dio madruguete tuitero y a Los Pinos no le quedó más que confirmar que no habría encuentro. Pero, bueno, Luis Videgaray fue honesto: él está aprendiendo. La cosa es que también Trump ha sido muy sincero: amenaza que lanza, amenaza que cumple. Mientras tanto, seguimos esperando que se dialogue de manera institucional y eso no va a pasar. Trump ha firmado órdenes ejecutivas para pasarse por alto al Congreso y creo que, lo que va a pasar es que generará un desorden institucional y una revuelta desde y hacia el interior de su propio gobierno. La cuestión es que ahora, sentado en la mesa oval, hay una gran incertidumbre por todos lados por cómo se le va a ocurrir dirigir a la “nación más poderosa del mundo”.
Algo sí queda claro otra vez: la incompetencia de su equipo está hundiendo al presidente Enrique Peña Nieto. Se dejó engañar otra vez. Le tradujeron las amenazas de Trump como una postura conciliadora, y se dedicó a esparcir en los medios de comunicación, reflejado en las columnas políticas, que el trabajo del canciller Luis Videgaray en la Casa Blanca había sido de tal éxito, que obligó al toro presidencial a matizar sus comentarios antimexicanos. Ya vimos lo que ha sucedido.
Me queda claro que el Gobierno de México no quería el pleito, pero se tuvo que calzar los guantes. El primer round acaba de terminar y no lo ganó Donald Trump. La agresividad del presidente de EU le resultó contraproducente. Se llevó un fuerte golpe al ego cuando el presidente mexicano le canceló la cita. En el territorio de las políticas públicas también salió raspado. Quedó en evidencia que no tiene resueltos los detalles de los planes que quiere implementar. En el caso del muro, no sabe cuánto costará; ni cómo se financiará.
Tampoco se puede decir que el primer round lo ganó Peña Nieto, pero es claro que no lo perdió. La decisión de cancelar la visita a Washington le otorgó al presidente mexicano un respaldo que hace mucho no conseguía en México. Ese respaldo le significa un tanque de oxígeno, cuando más lo necesitaba. La cancelación de la reunión con Trump fue un gancho al hígado del buleador neoyorquino. Éste quedó desconcertado. En Washington, ya no pueden dar por seguro que saben cuál será la siguiente maniobra mexicana.
El round se vivió como una pesadilla en los círculos diplomáticos de México y EU, pero, afortunadamente, no se tradujo en una carnicería en los mercados. La Bolsa mexicana registró una caída “normal”, mientras que el peso tuvo una ligera ganancia frente al dólar. Los mercados, luego de la toma de posesión de Trump, parecen haber asumido una actitud optimista. Pero esto apenas comienza.
La pelea será larga y sigue siendo dispareja, pero el primer round deja algunas lecciones. Se acabó la ilusión de que Trump presidente sería más tratable para México que el Trump candidato. También queda clara su propensión patológica a mentir. Luego del tuit de cancelación de Peña Nieto, el presidente de EU se refirió al hecho, diciendo que “de mutuo acuerdo acordamos suspender la reunión”. En este contexto, hay en Latinoamérica y en el mundo, la certeza de que Trump se convertirá en el actual “Calígula” del imperio.
El 26 de enero nos dejó también una tarea: entender cómo funcionarán los impuestos que Trump piensa aplicar a México. No está claro si piensa en un impuesto de frontera (Border Tax) o en un impuesto ajustado en la frontera (Border Adjusted Tax). Tampoco sabemos si el impuesto serviría para pagar el muro de la frontera con México o para financiar el recorte generalizado de impuestos que ha prometido Donald Trump. Lo único evidente es que el equipo del presidente está descoordinado y no ha tomado una decisión.
La argumentación de Trump a favor de un “gran impuesto” para las importaciones desde México está plagada de imprecisiones. Cuando se refiere al déficit comercial de 60,000 millones de dólares, no considera que una parte significativa del comercio entre estos dos países tiene que ver con una dinámica de producción compartida. La industria automotriz es el mejor ejemplo. Entre el 2009 y el 2014, EU compró 341,000 millones de dólares en autos y autopartes a México. De esa cifra, México adquirió 136,000 millones a EU para poder producir lo que este país le compraría. El déficit de EU con México es en realidad un superávit, si consideramos el contenido estadounidense que tienen los bienes mexicanos que entran en EU.
Eso no significa que se puedan echar para atrás las ideas proteccionistas. Me parece que nos espera una etapa de reacomodo “oscurantista” en la época económica, social y política de Estados Unidos que nos va a afectar. Sin embargo, en la era del tuit amenazador, bravucón y poco inteligente es más importante reinventarnos y buscar ser esa cuña que hemos sido para todos los países de Latinoamérica. Voltear a nuestros estados, regiones y municipios y hacia Latinoamérica y buscar cambiar el paradigma del comercio y el intercambio comercial. Al final, tenemos los recursos y el capital social para lograrlo, la cuestión es decidirnos a hacerlo.
En medio de una crisis de relaciones internacionales que apenas inicia entre México y Estados Unidos, una vez más, se fue por la borda falsa expectativa de Videgaray.
@leon_alvarez