Paquete Económico 2018: realista, inercial; sin impacto en infraestructura…

Si bien han intentado diseñar un Paquete Económico-Fiscal realista, es austero en lo importante (infraestructura), sin sorpresas en la optimización, que contribuye a la estabilidad pero muy poco al desarrollo económico. Sacrifican a la clase media, como siempre.

La semana pasada, los Diputados, después de “analizar” y “considerar” las “prioridades” del país, levantaron su dedito y fue aprobado en el Congreso el Paquete Económico para 2018, incluidos los Criterios Generales de Política Económica (CGPE), el cual no presentó ninguna sorpresa y correspondió a lo que ya había anticipado la Secretaría de Hacienda: estimaciones conservadoras para el marco macroeconómico; modesto incremento de los ingresos, más por inercia que por un esfuerzo recaudatorio; recortes al gasto público con respecto al monto presupuestado —no al que se estima que se ejercerá— en 2017; corrección de los balances presupuestarios; y una ligera reducción del saldo de la deuda pública. Un avance moderado hacia lo que la SHCP denomina como “proceso de consolidación fiscal”, sin cambios en impuestos ni en la estructura del ineficiente presupuesto federal.

Las proyecciones de las variables macroeconómicas para 2017-2018 de los CGPE están alineadas, o en los rangos estimados, con el promedio de los especialistas en economía de la encuesta que coordina Banco de México (BANXICO); sin embargo, hay una subestimación de la inflación y de las tasas de interés nominales porque el diferendo del TLCAN afectará los precios por la volatilidad en el tipo de cambio, eso es seguro en lo que resta del año, cuando nos acerquemos a la quinta ronda de renegociaciones o cada vez que Trump nos lance una amenaza por tuiter, y que tímidamente nuestro gobierno nomás “puje” para adentro.

En el ámbito fiscal, el Paquete Económico para 2018 supone, como en este año, un ajuste adicional de los balances del sector público: incremento del superávit primario de 0.4 a 0.9% del PIB y una reducción del déficit económico de 2.4 a 2.0% del PIB entre ambos años, que se alcanzaría por una contracción del gasto neto pagado equivalente a 1.1 puntos porcentuales del PIB, ya que los ingresos presupuestarios se reducirían en 0.8 puntos, fundamentalmente los tributarios. Con ello, se anticipa que la deuda del sector público federal se reduciría de 49.6% del PIB en 2016 a 47.9% en 2017 y a 47.1% en 2018.

A reserva de analizar con detalle la propuesta de ingresos y gastos, entre los mayores riesgos asociados al cumplimiento del programa económico gubernamental para 2018 destaco seis:

1) El incremento en la plataforma de producción de petróleo en 40 mil barriles diarios adicionales, que se atribuyen a la extracción de nuevas empresas petroleras, lo que no está sustentado y que podría implicar una sobreestimación de los ingresos públicos.

2) Un aumento de la recaudación por IVA (2.5% real), frente a una desaceleración del consumo y las ventas como la que ya se está registrando, que reduciría los ingresos por ese concepto.

3) La evolución de la deuda pública, que según el programa se reduciría menos de un punto porcentual del PIB en 2018, es muy sensible a variaciones de las tasas de interés y del tipo de cambio. Cambios en estas dos variables, en un escenario de renegociación del TLCAN (también debemos considerarlo por su impacto en la recaudación) y de cambio de gobierno, podrían generar presiones y reeditar el tema de riesgo-país entre los inversionistas nacionales y extranjeros.

4) A mediano plazo, las presiones sobre el gasto de las pensiones y las participaciones federales estarán presentes y absorberán recursos cada vez mayores del presupuesto federal. Este presupuesto y las políticas públicas en la materia no aportan nada a su solución.

5) El denominado gasto social, que explica buena parte del incremento del gasto total en los últimos años, ha implicado sacrificar gasto productivo sobre todo en infraestructura, al tiempo que ha sido ineficiente para contribuir al bienestar de la población. La contrapartida es el significativo deterioro de la inversión pública, que en 2018 registraría el nivel más bajo de la historia reciente.

6) Por último, los riesgos asociados a las modificaciones que ya realizó la Cámara de Diputados al Paquete Fiscal, como subir sin fundamento el precio del petróleo o el tipo de cambio, a fin de “acomodar” nuevos programas presupuestales o aumentar los existentes, en especial en año electoral.

En síntesis, se trata de un Paquete Económico-Fiscal realista, austero y sin sorpresas que contribuirá a la estabilidad –y al asistencialismo electorero-, pero muy poco, muy poco, al desarrollo económico.

@leon_alvarez