No solo hay que ser… también hay que parecer

Puro diputado feliz

Diputados federales gastan dinero público en estética, spinning y hasta en conciertos de lujo

La belleza cuesta, es verdad; y a veces es un lujo, también es verdad. Sin embargo, cuando se paga con dinero ajeno entonces se convierte en un placer gratuito que da la vida… aunque siga siendo un lujo.

Los diputados y las diputadas federales lo saben bien. Para ellos y ellas la belleza parece un atributo importante. Quizá es que no bastan la habilidad retórica, las capacidades discursivas naturales a la función parlamentaria (habría que imaginar un represente del pueblo que no supiera hablar o sufriera de una parálisis repentina ante la posibilidad de subir a tribuna), la agudeza para el análisis y la destreza para destrabar los entuertos que impiden grandiosos y mediáticos acuerdos. Quizá solo eso no basta. A los legisladores también les gusta…

… Verse bien. Bonitos, pues.

Según información proporcionada por el departamento de Adquisiciones y Servicios de la Cámara de Diputados, durante el año que terminó legisladores y legisladoras federales tuvieron gastos por servicio de estética, spinning y hasta para un “concierto conmemorativo” de la Constitución de 1917, todo con cargo al erario.

En el primero de los renglones, la Cámara Baja pagó por dos adjudicaciones directas 336 mil pesos para ser atendidos en el rubro estético en las mismas instalaciones legislativas.

Además, desembolsaron (la Cámara) 147 mil 689.18 pesos para la adecuación del área de spinning en la sección deportiva de San Lázaro. Una hora o media hora de cardio bien que oxigenan las neuronas. De ahí las tan acertadas decisiones que acostumbran a tomar.

Luego, la Junta de Coordinación Política (esa en la que se tejen los grandes acuerdos que necesita el país) determinó pagar dos millones 900 mil pesos a la cantante Susana Harp con motivo de la realización de un concierto para conmemorar los 100 años de la Constitución de 1917. Si París bien vale una misa, ¿por qué una Constitución no valdría un buen concierto?

Las altas responsabilidades de aquellos y aquellas que representan al pueblo implican que, muchas de las veces, inviertan no solo su tiempo, sino incluso hasta su salud mental. Por eso es que diputadas y diputados llegaron al acuerdo de pagar (con dinero público, por supuesto) consultoría y talleres acerca de las “estrategias de control y prevención de estrés”, además de uno para la “profesionalización secretarial”. El pago total fue por 89 mil 200 pesos. (Si en sus cabales hacen lo que hacen, ahora hay que imaginarlos estresados).

En servicios de consultoría diversos, el monto llegó a los dos millones 274 mil 851.9 pesos… pecata minuta si se considera el presupuesto total de la Cámara de Diputados tan solo para el 2016: siete mil 559 millones 432 mil 185 pesos.

En ocasiones anteriores se ha reportado que los inquilinos de San Lázaro son proclives a los gastos estéticos. Por ejemplo, cuando se ha evidenciado el pago por servicio de manicura y pedicura, peluquería y bolería (con pantallas personalizadas), además del habitual servicio de restaurante y sesiones especiales en las que se contratan servicios extra (con bocadillos, bebidas y atención de meseros bien uniformados, además de ecléctica música contratada para tan selectas ocasiones).

Así son ellos y ellas, seguidores fieles de los atinados dichos del genial y sin igual Oscar Wilde: no solo hay que ser; también hay que parecer.

Por eso, ¡bienvenida la belleza!, que, aunque sea un lujo, los y las que representan al pueblo lo valen y no tienen por qué privarse de un gusto tal; como si fuera una canita al aire, dirán algunos.

En este país de calamidades y desasosiegos y la incertidumbre de un año que apenas comienza y ya parece perdido, alguien tiene que ser feliz. Aunque sean solo 500.