¿Llegamos tarde a la transición política en Durango?

La travesía para transformar México ha sido más larga y compleja de lo que imaginamos. Ciertamente, soy de los que ubican su inicio en la segunda mitad de la década de los setentas (70´s) con la reforma política impulsada por Reyes Heroles y con la cual se permitió el registro al Partido Comunista Mexicano. Era inevitable, después de lo ocurrido en 1968 con los estudiantes y luego de la ridícula campaña política como candidato único y posterior unción de López Portillo como presidente de México, no había más remedio que abrirse a otras expresiones políticas.

Esta apertura poco a poco fue generando que el sistema político mexicano se despresurizara y el PRI, como partido hegemónico (Giovanni Sartori dixit), también mostrara señales de cambio. El más drástico fue la llegada de la corriente de los tecnócratas al poder y hacerse del control del PRI a mitad de los ochentas (80´s); la salida de Cuauhtémoc Cárdenas y fundación del PRD pasada la elección presidencial de 1988; y con la primeras gubernaturas que conquistó Acción Nacional en Chihuahua, Baja California, Jalisco, Aguascalientes… hasta culminar con la llegada de Vicente Fox a la presidencia en el año 2000. No olvidemos el equilibrio en el Congreso y luego en el Senado, que poco a poco fue generando menos PRI y más condiciones de negociación política a partir de 1997.

Durango no es la excepción, solo que la transición se ha dado a un ritmo muy tropical y adaptado a nuestras propias condiciones políticas, sociales y económicas. Evidentemente, mucho más lento: por lo menos 30 años de retraso. Sin la parte social y económica, no se entendería el dominio y hegemonía del PRI, local y nacionalmente; pero esa parte la dejaré para posteriores entregas en este espacio, aclaro.

No obstante, desde mi particular visión, los primeros vestigios democráticos en Durango comenzaron en 1968, con la toma del cerro del mercado por parte de los estudiantes; luego, en 1983 con la primer presidencia municipal de Acción Nacional en la capital (Rodolfo Elizondo); por la designación en Durango, hasta ese entonces atribuible solo al CEN nacional, del candidato del PRI a gobernador (José Ramírez Gamero); por los seis años en la alcaldía capitalina por parte del PT (Gonzalo y Marcos Cruz); y, desde luego, por las distintas caras que el PRI localmente también mostró y ha mostrado en distintas etapas a lo largo de los años y los sexenios.

El momento que vivimos a partir del 5 de junio de 2016 quizá es el momento clave, el punto de inflexión de esta “evolución” política, aunque matizada. Es producto sí, del empuje de un partido como Acción Nacional, eterna oposición, acompañado por un oportunista PRD, pero, también de una escisión del PRI como eje indiscutible. No deja de ser un avance democrático importante, pero más que un cambio es una mezcla de factores… De entre ellos, me parece, es el rechazo y el hartazgo ciudadano contra las condiciones sociales y económicas que se viven, acompañado del exceso de indolencia, abandono e indiferencia de la clase política en el poder. Lo que estamos observando con Peña Nieto en la Presidencia de la República, con ciertos matices, se reflejó en el PRI que gobernó Durango los últimos doce años.

¿Llegamos tarde a la transición política en Durango? Es una pregunta difícil y de respuesta incierta porqué depende del éxito o fracaso de quienes se encarguen de administrar la transición en Durango. En mi opinión, no llegamos tarde, al contrario, estamos justo a tiempo. El primer gran reto es crear instituciones fuertes, creíbles y sólidas con la Ley por delante; y segundo, transparentar la actividad pública para volver a recobrar la confianza perdida en el gobierno. Añadiría un tercero, pero no depende del gobierno sino de los ciudadanos: más participación efectiva, más peso, más reclamo, más sociedad…

Lo bueno de todo esto es que tenemos tela de dónde cortar y experiencias recientes y actuales de dónde echar mano para documentarnos: doce años del PAN en la presidencia; el desastroso regreso del PRI de esta época; así como alternancias exitosas y fracasos rotundos en varias entidades de la República.

Si en la etapa de alternancia que vivimos en el estado hay ausencia de creatividad institucional e ingenuidad política como le pasó a Vicente Fox, o si cometemos los mismos excesos de las coaliciones electorales que se fraguaron en algunos estados, francamente, no llegaremos lejos, y hasta el PRI se recupera más rápido de lo esperado. Démosle tiempo al tiempo…

@leon_alvarez