Independientemente de que seamos el vecino de los Estados Unidos, nunca un debate político entre los candidatos a ser presidente había tenido tanta influencia sobre México. Si Trump hubiera ganado el debate, podríamos estar hablando de una nueva depreciación del peso, de una caída de la Bolsa y, seguramente, de un día diferente en términos macroeconómicos. Ese es el secreto de los especuladores.
Donald Trump nos ha colocado en una situación inédita: el comportamiento del tipo de cambio peso/dólar depende más de los sube y bajas de la contienda electoral de Estados Unidos que de las variables económicas fundamentales. Por el momento, importan más las señales que recibimos de las encuestas que el nivel de las reservas del Banco de México, el precio del petróleo o la opinión de una agencia calificadora sobre el presupuesto 2017.
Lo que demuestra el comportamiento volátil de las últimas horas del peso mexicano es que el factor Trump sí es determinante para la cotización, simplemente por la amenaza que un gobierno de este personaje implicaría para los intereses mexicanos. Así estaremos por siete semanas, cuando menos. De aquí al 8 de noviembre, los mercados estarán de cabeza, procesando la información que llegue de Estados Unidos.
En este contexto, lo vivido en torno al primer debate fue una probadita. Si Hillary Clinton gana, el tipo de cambio actual parecerá muy alto y se ajustará a la baja. Veremos una estampida de vendedores de dólares que provocarán una apreciación del peso y de las acciones de las empresas mexicanas. En vez de los 19.50-20.00 pesos por dólar, nos moveremos a un territorio más cercano a los 17.50 pesos.
Si Donald Trump se convierte en el próximo presidente de Estados Unidos, el peso se convertirá en una de las piñatas de los especuladores. Nos adentraremos aún más en la dimensión desconocida, con el tipo de cambio rompiendo el techo y acercándose a niveles de 24 o 25 pesos por dólar.
Nunca habíamos vivido una situación así. Una cosa es depender de la economía de Estados Unidos porque es el mercado de 80% de nuestras exportaciones. Otra muy diferente es tener que prenderle veladoras a una candidata, porque su derrota podría significar un terremoto económico. México no está en condiciones de renegociar el TLCAN frente a un enemigo declarado. Esa es la premisa.
El triunfo de Clinton en el debate ha restaurado cierto sentido de normalidad en la contienda. Las casas de apuestas han vuelto a otorgar a Hillary entre 68 y 72% de posibilidades de ser la próxima presidenta. Sin embargo nada es definitivo.
¿Qué pasará después del 8 de noviembre? En el mejor de los escenarios, tendremos que dedicarnos a olvidar a Trump y ocuparnos de otros asuntos: la corrección del presupuesto 2017; la reanimación de una economía que se desacelera; la reestructura de la industria energética; la puesta en marcha del sistema nacional anticorrupción y el abatimiento de los altos niveles de inseguridad. Estos sí son nuestros verdaderos problemas. En lo interno, si el Congreso mexicano hace algo diferente a lo correcto de iniciar la corrección presupuestal, hay que añadir varios centavos más a la presión cambiaria. No es gratuito que el secretario de Hacienda haya insistido durante estos días sobre el peligro de no comprometerse con la corrección presupuestal.
Por el momento, el fin de la volatilidad cambiaria y la eventual recuperación del peso son momentáneas y están tras una cortina de humo. Hay mucho en juego.
Atrás de las decisiones de la Reserva Federal de mantener sin movimiento su tasa de interés está la crisis que enfrenta una parte de la banca europea: Alemania e Italia enfrentan un serio problema con sus cuentas bancarias. El sistema bancario de la Unión Europea está en peligro. Esta factura es mundial. Y nadie le está poniendo cuidado a estas señales. Incluso, la negociación del Brexit es un tema fundamental que también tiene sus bemoles; después del dólar y el euro, la libra esterlina es la moneda más importante para los europeos. Otro asunto pendiente en los mercados internacionales lo es la Organización de Estados Productores de Petróleo (OPEP), si fracasan los productores de petróleo agrupados en la OPEP en su intento de frenar la producción desmedida en la que han caído, hay que sumar más malas noticias a los mercados.
De modo que, no tenemos nada que festejar. Una cosa es depender de la economía de Estados Unidos porque es el mercado de 80% de nuestras exportaciones, y otra, muy distinta, es tener que prenderle veladoras a Santa Hillary.
@leon_alvarez