Innovar y documentar, el camino para mejorar el gobierno en Durango

Por sus características sociales, económicas, políticas y administrativas, los municipios de Durango constituyen un mosaico extenso y complejo de experiencias de gobierno. Se trata de gobiernos que a través de diferentes instrumentos intentan aliviar enfermedades comunes, aunque manifiestas con síntomas distintos. Para adecuarse al dinamismo del entorno con pocos recursos, a través de fuertes limitaciones técnicas y administrativas, y restringidos por un diseño institucional que no es congruente con sus necesidades (los funcionarios municipales son cocineros a quienes se les piden enchiladas, pero sólo tienen para tortas de jamón), algunos municipios han venido adoptando innovadoras estrategias, programas y acciones públicas que valdría la pena explorar.

Lamentablemente, no se trata de innovaciones que trasciendan en el tiempo ni tampoco que modifiquen sustancialmente la calidad de vida de las comunidades. La mayoría de los municipios de Durango experimentan mejorías en su desempeño solo temporalmente, a través de procesos de innovación que se ven truncados durante los cambios de administración. Esto sucede por dos razones: las fallas de organización administrativa propias de cada municipio, y una generalizada tradición política que celebra la fractura, y no la continuidad.

Evidencia empírica y numerosos estudios de caso demuestran que los procesos de innovación municipal se ven influenciados por: (1) el surgimiento de políticas innovadoras depende casi exclusivamente del entusiasmo del alcalde; (2) el proceso de innovación no se apoya en diagnósticos sobre el problema que se busca resolver sino en la mera percepción –en ocasiones errónea— que del entorno tienen sus promotores; (3) el proceso de innovación encuentra poca resistencia política de actores internos y externos a la administración municipal; los principales obstáculos a superar son la falta de recursos económicos, técnicos, así como de estructura administrativa. También, la evidencia indica que: (4) las experiencias innovadoras no cuentan con el apoyo de otros niveles o ámbitos de gobierno; (5) carecen de información sobre programas o innovaciones realizadas, incluso, en el mismo municipio. Finalmente, las innovaciones en Durango no se apoyan en experiencias similares desarrolladas en otros municipios, incluso los que son colindantes. Al parecer, no nos hemos acostumbrado a compartir y a aprender de los demás. Y en el pecado llevamos la penitencia: los potenciales ejercicios de buen gobierno se ven interrumpidos por falta de información sobre cómo desarrollarlos, continuarlos, mejorarlos o reproducirlos.

Al mismo tiempo, la mayoría de las experiencias de gobierno son políticas con un bajo nivel de innovación que cuando logran convertirse en una práctica que sobrevive el cambio de administración, es porque terminan ancladas en instancias paralelas al municipio, su operación depende de la participación de actores externos, o permanece en la estructura administrativa parte del equipo de trabajo que la impulsó. Estos programas carecen de leyes o reglamentos que les den soporte, y sobre ellos no se documenta suficiente información para asegurar su continuidad. De hecho, es un lugar común la concepción de que no es posible continuar con los programas, aún los exitosos, realizados por otras administraciones municipales por tratarse de políticas “que iniciaron con un grupo diferente”, con el que “hay que marcar distancia”. La continuidad de los programas innovadores, lamentablemente, no está ligada a las necesidades de la comunidad. Parece que la caótica y socialmente costosa reinvención trianual del gobierno, a la que nos hemos acostumbrado (algunos le llaman “el síndrome de Adán”; creemos que antes de nosotros no existía nada), da poca importancia a las necesidades de la comunidad.

Como sociedad, nos encontramos en el momento preciso para cambiar este rutinario y costoso modo de actuar en el sector público. “Nosotros siempre hemos hecho las cosas de esta manera” “Nosotros haremos las cosas diferentes”, son típicos slogan que debemos suprimir al responder por qué el gobierno trabaja de una manera que, de acuerdo al sentido común, carece de toda lógica. Nos encontramos atrapados en un círculo de falta de desarrollo y creatividad que ponen en evidencia que “lo que nosotros siempre hemos hecho” ya no funciona (si acaso alguna vez funcionó), y debe ser cambiado.

@leon_alvarez