Difícil sustituir a Carstens en el Banco de México (Banxico). Si hay un par de enormes cualidades de este brillante economista, serían, para mi gusto, credibilidad y comunicación. En cada una de sus intervenciones se veía como aquel entrenador que es, ante todo, un didáctico. Sin embargo, la forma y el momento, me parece que no son adecuadas de salir del Banco Central mexicano.
¿Fue presionado por Peña Nieto y Videgaray? ¿Tuvo y tiene enormes diferencias de criterio para dirigir la política monetaria de nuestro país? ¿Hasta qué punto está siendo presionado por abandonar Banxico y no contender por un periodo más al frente? No lo sabremos con certeza. El propio Carstens ha dicho hasta el cansancio que no, y que, simplemente, tiene una oportunidad profesional personal de encabezar una institución de clase mundial (Banco Internacional de Pagos).
El hecho es que sale de Banxico dejando una tasa de inflación de 6.9% al cierre de octubre 2017 y con la canasta básica por encima del 8%. Es cierto, a medida que se cumpla un año del gasolinazo (enero 2018) la tasa de inflación irá disminuyendo. Pero eso será producto de la comparación anual. El daño al poder adquisitivo, el freno a las inversiones, el costo de los créditos (tasa de interés) ya está hecho. Ha sido un año 2017 atroz para las inversiones en infraestructura y de capital fijo como maquinaria y equipo, con su impacto directo al empleo y al crecimiento económico.
Obvia decir que no es culpa de Carstens. Hay un componente internacional que es derivado de crisis y choques externos que no dependen de México; pero la mayoría de decisiones tomadas por el equipo económico de Peña, desde el inicio del sexenio, fueron erróneas y más de carácter político que económico. La implementación de las reformas, simplemente. Se quiso llevar toda la gloria y no repartir las canicas.
Para muestra, el más reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI). Aparentemente, hubo un mensaje de concordia y beneplácito del FMI sobre la reacción de la economía mexicana ante la situación económica interna (sismos, inundaciones, caída en el consumo…) y externa (precios del petróleo, renegociación del TLCAN…); no obstante, las letras chiquitas del informe, si se lee con cuidado dice mucho más. Desde mi perspectiva, estas son las cinco principales consideraciones en este sentido:
1) Mientras que casi todas las encuestas de consenso señalan igual o más crecimiento económico para México en 2018 que 2017, el FMI anticipa una desaceleración.
2) También se puede observar que el FMI prevé un crecimiento promedio de mediano plazo del país alrededor de 2.7%, prácticamente igual al que hemos experimentado este sexenio (el promedio de los cuatro primeros años es de 2.6%); y eso, solo suponiendo que tengamos un TLCAN 2.0 exitoso.
3) De forma muy explícita, el FMI también dice que la alta corrupción y la debilidad del estado de derecho siguen limitando nuestras posibilidades de crecimiento.
4) La urgente necesidad de mejorar la eficiencia y calidad del gasto público y, como una constante en todo el año, recomiendan contar con un consejo fiscal independiente, bien fondeado para asegurar la responsabilidad fiscal. (cocolazo para Meade, Peña y compañía).
5) El FMI subraya el hecho de que después de la aprobación del “Pacto por México” hace cinco años, no ha aumentado el crecimiento económico. De tal suerte que, las reformas de energía, telecomunicaciones, fiscal y financiera tienen avances, pero falta llevar a cabo las de educación, mercado laboral y proceso judicial. Es decir, la falla implícita que subraya el FMI es la implementación (otro cocolazo para Meade, Peña y compañía).
No cabe duda que el reporte del FMI es bueno, serio, balanceado, que resalta lo bueno, sin dejar de señalar las faltas y con recomendaciones bien fundamentadas. No dice nada nuevo o algo que no supiéramos. Pero, los “puntos sobre la íes” del Informe son un serio llamado de atención para Meade, Peña y compañía.
@leon_alvarez