“El gasolinazo no afectará al PRI en las elecciones”, Enrique Ochoa Reza
El 29 de septiembre de 2015, el analista Carlos Puig (del periódico Milenio) publicó una columna a la que tituló “Los diputados: no entienden que no entienden”. Allí hace referencia a la tardanza de los entonces nuevos diputados para determinar el reparto de las comisiones legislativas y hace alusión a lo que es ampliamente sabido por todos: que en ese reparto priva el interés político y económico, y no la obligación de colocar a expertos que saquen adelante el trabajo que, se supone, se realiza en ellas.
El cierre de su comentario fue: “Nuestros diputados: esos sí no entienden que no entienden”.
Sin embargo, no es la única ocasión en la que el analista ha usado tal expresión. Antes, en un tuit del 12 de diciembre de 2014, había escrito lo siguiente: “Ya entiendan: Para nuestra clase política y empresarial no existe nunca el conflicto de interés porque todos sus miembros tienen el mismo”. Es decir, tampoco entienden.
El 20 de julio del año pasado publicó una columna: “Neme, el compadre de Peña que aún no entiende”. El contenido va en el sentido de la corrupción y los conflictos de interés de un hombre muy cercano al presidente, que no entiende que aspirar a la gubernatura de Tabasco, a pesar de su aprovechamiento nada ético de la cercanía con el jefe del Ejecutivo, es un acto de cinismo.
Pasada la elección del 5 de junio de 2016 (cuando el PRI perdió siete de 12 gubernaturas en juego, el 54% del control del país), había miembros del Revolucionario que se negaban a acatar el mensaje que la ciudadanía envió en torno al hartazgo acumulado por sus malas mañas. La frase fue la misma: no entienden que no entienden
Esa es la historia de la clase política, toda, en este país, una que se niega a entender razones que no sean las suyas, y es ahora el caso de Enrique Ochoa Reza, el presidente nacional del PRI.
En días pasados, a raíz del anuncio del alza en los precios de las gasolinas, la ciudadanía se volcó a través de las redes sociales en una condena pública y generalizada de la medida. Y entre los comentarios vertidos uno llama la atención:
“¿Con qué discurso pedirán el voto los próximos candidatos priistas? ¿Cómo podrán convencer a una comunidad agraviada y harta de tanta pobreza, desempleo, violencia, secuestros, corrupción?”.
Hoy, lunes 2 de enero de 2017, la prensa nacional reproduce la visión de Ochoa Reza frente al sentir ciudadano; dijo en primer lugar…
“De mantenerlo un año más (el ‘precio artificial de las gasolinas’) significaría elevar los impuestos en esa magnitud o recortar el gasto público por 200 mil millones de pesos en un año. ¿Qué significaría un recorte de esa magnitud? Es lo equivalente a la mitad del presupuesto anual del IMSS”. Luego afirmó que la decisión del gobierno federal había sido una «decisión responsable».
Técnicamente no le falta razón al priista, sin embargo, el principio de la solución de los problemas financieros de este país tendría que radicar, al menos para el ciudadano de a pie, en otra parte: que Pemex dejara de ser la caja chica de todos los gobiernos, que el sindicato de Pemex transparentara el abuso de los millonarios recursos petroleros y los jueces dejaran de concederle amparos a su corrupto dirigente, Carlos Romero Deschamps, para ocultar el dispendio y el robo; que la corrupción entre la clase política dejara de ser el uso y costumbre; que cuando se hacen anuncios acerca de la austeridad y se advirtiera “tendremos todos que apretarnos el cinturón”, el remedio comenzara por quienes se sirven con la cuchara grande, como ministros de la Suprema Corte, magistrados del INE, el mismo presidente y los amigos del presidente, funcionarios de medio pelo hacia arriba, gobernadores, alcaldes, diputados locales y, especialmente, los miembros del Congreso de la Unión que se reparten miles de millones de pesos con total impunidad… el principio de la solución debe estar en otro lugar y no en el mismo de siempre: en el ciudadano que purga las penas que no ha cometido (aunque también pesan los pecados de omisión).
Luego, para rematar su discurso, el jefe nacional de los priistas aseguró:
“El gasolinazo no afectará al PRI en las elecciones”. Esa es su visión de la realidad.
Por eso es que una vez más es pertinente la aseveración del analista Carlos Puig: no entienden que no entienden. Ochoa no entiende que su partido perdió siete gubernaturas (entre ellas cuatro que nunca había perdido, como la de Durango) a causa del hartazgo de la sociedad por los vicios, las mañas, la corrupción y la impunidad y hasta por el cinismo de quienes, como él mismo, dicen aquí no ha pasado nada.
En 2017 una de las gubernaturas en juego es de capital importancia, especialmente para el PRI: la del Estado de México. El gasolinazo, efectivamente, no quiere decir que el PRI ya perdió; en una elección son muchos los factores que juegan en favor y en contra. Pero la seguridad de Ochoa y su discurso halagüeño indican que en el PRI no se ha dado, ni siquiera después del 5 de junio, la reflexión y un mea culpa que envié el mensaje de que ya entendieron la lección.
Sin embargo, existe un segundo elemento que también importa en la ecuación: la memoria ciudadana, un hartazgo que sea más que llamarada de petate. Es decir, el ciudadano debe dar muestras de que él sí, que él ya entendió.
@juanlosimental