El “impoluto”, “beato” y “obediente” Meade…

Imposible dejar de lado la reciente declaración del secretario de Hacienda, José Antonio Meade: “México le debe mucho al PRI”. Y qué le parece esta otra: “En el 2012 voté por el presidente Enrique Peña Nieto”. Pertinente escribir sobre Meade a propósito de la presión política y pública que se ha desbordado a favor de su candidatura a la presidencia de México. No obstante, el pesimismo existente con la democracia en México y el deterioro económico cada vez más latentes (abra la sección de policía de la prensa local y nacional y vea el tipo de delitos que se cometen a diario), el crecimiento del PIB entendido como progreso o bienestar y la democracia, no van para el mismo lado.

En su edición 2017, Latinobarómetro registra que el 56% de los adultos en nuestro país está de acuerdo con la frase “la democracia puede tener problemas, pero es el mejor sistema de gobierno”. En 2016, el mismo estudio registró 71% de acuerdo, lo cual significa una caída de 15 puntos porcentuales en el último año. Frente a otros países, México está en el último sitio. El mismo estudio refleja que solo 18% de mexicanos que está muy o algo satisfecho con la forma en que la democracia funciona en el país. Pero si esto le parece poco, la confianza en los partidos políticos también cayó a su nivel más bajo desde 1995: sólo el 9% confía en los partidos. Esta es la primera vez en 22 años que el nivel de confianza de los mexicanos en los partidos políticos es de un solo dígito.

Y es en este contexto que llama la atención la “cuasi” candidatura presidencial de José Antonio Meade por el PRI para 2018. El problema es que la camiseta priista está completamente desprestigiada: 93% de los mexicanos no confía en el gobierno, según el Pew Research Center. Lo que permite plantear varias preguntas torales: ¿qué tanto está obligado Meade a ostentar su filia priista? ¿cuál será el costo que tendrá para su candidatura? ¿qué tipo de relación tendrá con los priistas si gana la presidencia? ¿qué nos dice de su relación filial con el panismo de Fox y Calderón? Porque el antecedente de Ernesto Zedillo muestra que las tensiones entre un presidente no priista y ese partido fueron algo más que tormentosas.

Y esto lo traigo a colación porque en un Foro Económico reciente, José Antonio Meade, afirmó que “consolidar el Estado de derecho es la llave maestra para enfrentar el resto de los problemas del país: desde la legitimidad de una reforma fiscal hasta la seguridad de la inversión”. No se equivoca, pero no se ve por dónde lo hayan intentado o propiciado en los dos últimos sexenios, por ejemplo.

Sin embargo, a la incipiente tesis del secretario de Hacienda, y “posible” precandidato a la presidencia de la República, debemos evidenciarle ciertas dudas y cuestionamientos. Desde mi punto de vista, con base en posicionamientos del propio Meade y solo por el hecho de abrir debate, detecto cinco:

1) La revisión de la guerra contra las drogas, que ha sido negativa en todo el mundo. Pero en México, como en el resto de América Latina, está directamente conectada con corrupción, violencia e impunidad, que socavan el Estado de derecho. Hoy, además, es un punto de conflicto con Estados Unidos.

2) El fortalecimiento del Estado de derecho para acotar un falso federalismo, que convierte a los gobernadores en virreyes intocables. Los excesos, la corrupción y la violencia que se vivieron en Veracruz, Quintana Roo, Tamaulipas, Nayarit, Chihuahua, Sonora –y la lista se puede extender– tienen que ser cortados de tajo.  De ahí que el reforzamiento del Sistema Nacional Anticorrupción y la constitución de una Fiscalía autónoma deban ser dos pilares del proyecto. El affaire Elías Beltrán-Santiago Nieto hecha por la borda la “tesis” de Meade y pone de protagonista al PRI y al PAN, por ejemplo.

3) Creación de un Consejo Fiscal Independiente como una práctica que es común en todo el mundo. Meade ha adoptado posiciones conservadoras y contrarias al fortalecimiento institucional en este tema, de hecho, como secretario de Hacienda se ha opuesto a la creación de un Consejo Fiscal Independiente con el argumento que el FMI, la OCDE y las agencias calificadoras de riesgo revisan sistemáticamente a México. Pero a pesar de eso, durante este sexenio la deuda pasó de 37.7 a 48% del PIB.

4) Un pronunciamientos “muy discutible” el afirmar que el impuesto predial es una fuente recaudatoria que debe ser explotada, sin considerar (nunca lo han reconocido) que el problema del gasto público está marcado por la ineficiencia, la duplicación de funciones y altos grados de discrecionalidad y corrupción. De forma tal, que cualquier propuesta recaudatoria tendría que ser acompañada de un programa de revisión y reestructuración de la Hacienda Pública. De esto no ha hablado mucho y también tiene que ver con la retórica federalista.

5) La sobrerregulación que impone trabas y un peso absurdo a las empresas medianas y pequeñas y, por tanto, a la clase media del país. Al respecto, Meade podría revisar la noción del “Estado obeso”, que guio la liquidación de empresas paraestatales en los años ochenta y noventa.

@leon_alvarez