Recientemente, el Presidente nos dijo que no enfrentamos una crisis sino tan solo “un desafío económico importante”. ¿Qué hay de cierto en ello? Al comienzo del tercer mes del presente años todavía no tenemos datos duros completos, pero algunas cifras ya están disponibles y deben preocuparnos.
Empezamos el año con el mayor aumento en el precio de la gasolina en la historia moderna de la “estabilización macroeconómica”. No solamente provocó que la tasa de inflación fuera la más elevada para un mes desde enero de 1999, sino que causó una furia en la población que culminó con manifestaciones, saqueos y disturbios en muchas entidades. De 3.4 por ciento en diciembre, la inflación del consumidor subió a 4.7 por ciento en enero; sin embargo, los precios productor de mercancías y servicios de uso intermedio alcanzó 13.1 por ciento anual, mientras que los de la industria manufacturera registró una tasa de 27.0 por ciento. Estos datos nos hacen anticipar un incremento mucho más pronunciado en la inflación en el año y una merma considerable en el poder adquisitivo de la población.
El tipo de cambio “fix” terminó 2016 en 20.52 pesos por dólar; pero en los primeros once días del año subió a 21.91 pesos. El nivel implica un aumento de 49.6 por ciento en dos años y 68.7 por ciento en tres. Aunque, por la medidas emprendidas por Banco de México (Banxico) ha bajado un poco en las últimas dos semanas, aun así, el tipo de cambio real alcanzado en enero representa el nivel más deteriorado de la moneda desde que inició el régimen cambiario actual. En principio, esto debería llevar a un “boom” en las exportaciones, sin embargo, tuvieron una tasa negativa de crecimiento en 2016 al igual que en 2015. Sabemos que eventualmente habrá un mayor traspaso a la inflación, por lo que las perspectivas de nuestro poder adquisitivo se ven todavía más nublado.
En los primeros días de febrero salieron los indicadores de confianza empresarial y del consumidor, caracterizados por un desplome generalizado. En el caso de la del consumidor se registró el mayor nivel de pesimismo en toda la historia del indicador, muy por debajo de su peor momento en la Gran recesión de hace ocho años. Lo que más preocupa al consumidor (y al empresario) es la situación actual y futura de la economía del país, pero hubo caídas abruptas en todos los aspectos.
Banxico reaccionó con un incremento de 50 puntos base en su tasa de política monetaria, para llegar a 6.25 por ciento. Uno de los pocos aspectos de la economía que tuvo buen desempeño en los dos últimos años fue el consumo de los hogares, alimentado en buena medida por el crecimiento real del crédito. Sin embargo, con un incremento acumulado de 325 puntos base (más lo que nos espera en los siguientes meses), nos hace pensar que el consumo empezará a desacelerarse, ya que, entre el incremento en los precios y el encarecimiento del crédito, los hogares no podrán sostener su ritmo de compra de los bienes y servicios.
Uno de los primeros indicadores que ya reflejan esta desaceleración anticipada son las ventas reales reportadas por la ANTAD en enero. La tasa anual de ventas a tiendas totales creció apenas 2.1 por ciento, comparada con una tasa de 8.6 por ciento en enero del año pasado. Sin embargo, preocupa todavía más la expectativa de crecimiento de la ANTAD para todo el año de apenas 1.2 por ciento, comparado con el observado de 6.8 por ciento en 2016 y 7.3 por ciento de 2015.
Ahora bien, la semana pasada INEGI presentó los resultados del Sistema de Indicadores Cíclicos: coincidente y adelantado, que permiten dar seguimiento oportuno al comportamiento de la economía mexicana. El Indicador Coincidente refleja el estado general de la economía, mientras que el Adelantado busca señalar anticipadamente los puntos de giro (picos y valles) del Indicador Coincidente. Los principales resultados son los siguientes: en diciembre de 2016 el Indicador Coincidente se situó ligeramente por arriba de su tendencia de largo plazo al registrar un valor de 100.1 puntos y una variación de 0.04 puntos respecto al mes anterior. Por otro lado (y preocupante) el Indicador Adelantado se localizó en enero de 2017 por debajo de su tendencia de largo plazo al observar un valor de 99.1 puntos y una disminución de (-)0.20 puntos con respecto al pasado mes de diciembre.
¿Recesión? Aún no hay información suficiente y contundente; sin embargo, a juzgar por el Indicador Adelantado de la economía mexicana, sí nos acercamos cada vez más a lo que será una crisis económica de fin de sexenio. Si bien no es una caída drástica, como en las crisis de 81-82, 94-95 o 08-09, la desaceleración económica en nuestro país comenzó en septiembre de 2014 y no ha cambiado el sentido de su comportamiento a la baja. Esto refleja dos cosas: primero, la enorme irresponsabilidad, inoperancia e indolencia del equipo económico de Enrique Peña Nieto, centrado en la agenda política y sin reaccionar a lo largo de este tiempo; y segundo, el margen de maniobra ya es muy reducido para actuar desde el gasto público y, por si fuera poco, tenemos dos años eminentemente electorales (y la era Trump en EUA). En este contexto, no solo nos enfrentamos a un “desafío económico importante” como dijo Peña Nieto, sino a una crisis de fin de sexenio que es verdaderamente preocupante. ¿Tenemos garantía de acciones para revertir esto?
@leon_alvarez