No puede ser que, a menos de 120 días de gobierno, el ciudadano que hizo posible el cambio ahora viva mirando hacia atrás
Ayer, martes 3 de enero, fue un día verdaderamente negro para el gobernador José Rosas Aispuro Torres. Alguien decidió que era buena idea que el jefe del Ejecutivo estatal apareciera en el paro que transportistas de carga pesada mantienen en las instalaciones de Pemex. Quizá ese alguien cometió algunos errores de cálculo.
Hay quien afirma que el gobernador no debió exponerse, que para eso están los funcionarios de primer nivel a su alrededor para arriesgarse a lo que, justamente, sucedió. En contra de tal opinión está el argumento de que el gobernante debe mostrarse como tal, que debe poner el rostro para enfrentar las crisis, como lo hace el estadista. Y esto vale en tanto que la política se ha llenado de aprendices que nada o muy poco saben o de aquellos que lo saben todo, incluso cuándo esconder la cabeza. Para quien esto escribe, el mandatario debe plantar el pie frente a la crisis y enfrentarla.
Sin embargo, no puede hacerlo sin un plan trazado, sin proyectar por anticipado las eventualidades que podrían presentarse y las necesarias respuestas que entonces tendrá que dar.
A partir de ayer, el gobernador Aispuro sabe que su sola presencia ya no basta para solucionar problemas como los derivados de la aplicación del gasolinazo.
Por principio de cuentas, el antecedente necesario e ineludible es que, como senador de la república, el ahora mandatario fue uno de los que votaron y defendieron las supuestas bondades de la reforma energética, incluso aquellas que traería la liberación en los precios de las gasolinas. No puede perderse este punto de arranque, pues a partir de ahí el gobernador debe a la ciudadanía que creyó en él una explicación acerca de los motivos de su voto, sea un mea culpa, sea un “yo creí”, sea un “fui engañado”. Este tendría que ser el punto de partida: un ejercicio de franqueza frente al ciudadano que hoy le reclama las consecuencias de su voto.
Además del tema del gasolinazo, está el rechazo generalizado de los propietarios de un vehículo automotor por el cobro que impuso el gobierno del estado por replaqueo y refrendo, aparte de un extraño “impuesto por fomento educativo”.
Las respuestas
¿Cuáles han sido las respuestas del gobernador al creciente rechazo ciudadano? Es necesario el análisis, punto por punto, del lunes 2 y hasta ayer, martes 3.
- El gobernador “dijo entender la inquietud social por los incrementos de las gasolinas”. Su primera respuesta fue que implementará “medidas de austeridad para contener la situación de crisis de los ciudadanos y el gobierno”. Hay que decirlo con toda claridad: al ciudadano le importa nada lo que el gobierno haga para autoimponerse medidas de austeridad; el ciudadano quiere que alguien resuelva su acentuada crisis personal, en la que el dinero no le alcanza para vivir con desahogo o, al menos, con una cierta dignidad. Lo que el gobierno haga consigo mismo no significa que la situación de la sociedad va a mejorar y la sociedad lo sabe.
- “Dijo que será el diálogo con las organizaciones y la sociedad como se buscará encontrar una solución a los problemas y una salida para que Durango siga adelante”. El ciudadano no cree en el diálogo porque, por experiencia, sabe que los diálogos llevan generalmente a nada. Además, no es con el ciudadano con quien el gobierno tiene que dialogar para encontrar soluciones, es con el gobierno federal, con los legisladores federales por Durango para que presionen en la búsqueda de una verdadera solución. ¿De qué sirve el diálogo con la sociedad y las organizaciones? En este caso de nada. Lo que el gobernador pretendió fue destrabar el conflicto (como lo está pidiendo Pemex) por la toma de las instalaciones, no solucionar lo que le preocupa al ciudadano: el encarecimiento de la vida.
- Luego justificó la crisis del gasolinazo “en los precios internacionales del petróleo y la paridad cambiaria”. ¿Qué significa esto para el ama de casa a la que el dinero le es insuficiente para dar de comer a sus hijos, mandarlos a la escuela y atender sus necesidades básicas?, ¿qué para el obrero que cobra el mínimo o un poco más? Nada. Las palabras del gobernador reflejan, más bien, alejamiento de la realidad de muchos, cuando fueron muchos los que se acercaron creyendo en él el 5 de junio de 2016.
- Después afirmó que “en breve platicará con el Gobierno Federal para de manera coordinada buscar qué acciones o medidas se aplicarán para hacer menos difícil la situación de las familias de menos recursos económicos”. El gobierno federal ya le respondió desde ayer a través del subsecretario de Ingresos de la Secretaría de Hacienda, Miguel Messmacher: “no hay marcha atrás en el gasolinazo”, tampoco habrá apoyos fiscales para los afectados por el incremento en los precios de las gasolinas. Punto. ¿Qué puede entonces hacer el gobernador? Replantear la aplicación de los impuestos estatales en los que él sí tiene que ver, como el refrendo y el replaqueo.
- Finalmente agregó: “el Gobierno del Estado seguirá trabajando para atraer más inversión, como lo ha hecho en los primeros tres meses de su administración y generando empleo para que los jóvenes permanezcan en Durango”. Esto es parte del discurso de una campaña que terminó los primeros días del mes de junio del año pasado. No hay sustancia. Ahora es el gobernador; es tiempo de realidades. Propuestas como “atraer más inversión” y “generar empleo para que los jóvenes permanezcan en Durango” en nada solucionan la realidad de fondo, presente ahora: el estado vive en una situación de crisis que no resuelven nuevas promesas. (Fuente: Yancuic, lunes 2 de enero de 2017).
Eso fue el lunes 2; lo peor de la crisis vino ayer.
“No me dejes hablando solo”
El gobernador José Aispuro decidió o fue aconsejado por alguien para que se presentara en el paro que mantienen transportistas de carga pesada en las afueras de Pemex. Alguien, tal vez, imaginó que su presencia sería suficiente para destrabar el conflicto. El error de cálculo tuvo consecuencias.
El video que ya circula en las redes sociales muestra lo siguiente:
En primer lugar se escucha la voz de uno de los transportistas que le dice al mandatario: “mándenos víveres, señor, porque vamos a estar varios días”; es decir, no nos vamos a retirar; luego se oye decir al gobernador en repetidas ocasiones: “con mucho gusto”, a ciertas inquietudes que se le plantean. En medio de las personas reunidas, el gobernador camina hasta que se le acerca un joven que lo cuestiona:
-Señor gobernador, una pregunta. Esta es una imagen de su campaña: “voy a eliminar la tenencia y el replaqueo porque queremos que las familias de Durango tengan una mejor economía”. Dígame qué es lo que pasó –el rostro del gobernador muestra contrariedad ante el público cuestionamiento-. ¿Cuánto nos van a cobrar de replaqueo? ¿Qué necesidad?
-Si tienes duda, ve por favor a cualquier oficina, ahí te van a decir… yo le informé ayer, entonces…
-Usted nos está ofreciendo descuentos para pagar…
-Si los quieres tomar, ahí están…
-Estoy de acuerdo, señor gobernador, pero qué necesidad, por qué nos estás cobrando tanto…
-¿Cuánto pagabas el año pasado?…
-Yo le estoy refiriendo el replaqueo, gobernador; gobernador, tenemos que replaquear camiones…
-El replaqueo no es un tema del gobernador, está establecido en la ley y el gobernador lo único que tiene que hacer es cumplir con la ley…
-Señor gobernador, tenemos que replaquear camiones, vehículos, ¿cuánto nos va a salir?… ¡No me dejes hablando solo!… -en ese momento el gobernador, sin dar respuesta, se retira. Al final un reclamo anónimo: “¡apóyanos! ¡Escúchanos!”.
La temprana crisis, sin embargo, no es solo del gobernador: hay ausencia de operadores, del equipo que lo arrope y no lo exponga o, si lo expone, lo proteja y prevea vicisitudes como las que ayer se presentaron. No se escuchan ni se leen declaraciones de sus funcionarios que formen una barrera en torno suyo; sus correligionarios de partido tampoco lo hacen.
Ayer, la panista Claudia Hernández Espino, secretaria del Ayuntamiento, ante el descontento ciudadano por el alza en los impuestos que cobra el gobierno municipal (y que se conjuga con el descontento por el gasolinazo y los tributos estatales), solo atinó a decir: “más que nada es apretarnos un poco el cinturón”. Lo mismo que dicen todos los políticos de todos los partidos y que para el ciudadano significa: otra vez les toca, a ustedes, asumir la carga.
Ayer mismo, José Antonio Ochoa, presidente estatal de Acción Nacional y diputado local, ante el cuestionamiento de por qué los diputados cobrarán dos mil 500 pesos en vales de gasolina, respondió: “es una prestación, como cualquier empresa”. La pregunta obvia de los ciudadanos es: ¿y por qué ustedes sí y nosotros no?
¿Y los demás diputados locales de Acción Nacional? Su silencio es apabullante.
En esta temprana crisis, a menos de cuatro meses de asumir el gobierno del estado, parece que el jefe del Ejecutivo camina solo; alguien tendría que salir al quite y plantear una estrategia donde, en primer lugar, el propio mandatario asumiera los costos de su voto en favor de la reforma energética y, después, replantear el esquema de cobros en el que, él sí, tiene incumbencia y no se trata solo de que “lo único que tiene que hacer es cumplir la ley”. Puede hacer más que eso.
No puede ser que, a menos de 120 días de gobierno, el ciudadano que hizo posible el cambio ahora viva mirando hacia atrás, pensando en que, quizá, estaba mejor cuando estaba peor.
@juanlosimental